miércoles, 8 de octubre de 2008

ENCUENTRO LÁZARO CÁRDENAS

Ocho horas de viaje, tres autobuses, un taxi, un viaje de paisajes maravillosos, un calor del infierno, pero por fin, y después de todo; estaba en Lázaro Cárdenas Michoacán.
Al no calcular bien mis tiempos llegué a la hora en que se realizaba la ceremonia de inauguración, en uno de los salones de la Casa de la Cultura "José Vasconselos". Hervía (literalmente) el lugar; unos 80 jóvenes esperaban, cámara en mano; las mesas de lectura, las que fueron fluyendo llenas de buena literatura. Por fin me tocó leer, para entonces, el sudor corria por los cuerpos ávidos de más lecturas; después del cuento de la niña que parió un niño-pepino, de Edgar Omar Avilés (gran exponente de la nueva narrativa moreliana); tocó el turno de presentar "arder" ante el auditorio de aquel lugar.
"Hay días peores" respondió Jesús Baldovinos, uno de los organizadores; cuando pregunté al público sobre lo infernal del clima. No me quedó más que iniciar la lectura.
Ramón Méndez, uno de los máximos exponentes del movimiento infrarealista, movimiento que naciera a mediados de los años setentas; dormía infrarealistamente, mientras las lecturas se sucedían y para él, pasaron sin ver. Sin duda y por mucho, el personaje del encuentro.
"Arder" fue aceptado con agrado por los asistentes; que quedaron satisfechos al concluir mi participación con el texto "fría me gustas más"; leído con la intención de enfriar un poco el cálido ambiente.
Terminaron las lecturas y comenzaron las entrevistas, las fotos, los autógrafos, los abrazos, los comentarios... el encuentro.
El siguente día estuvo lleno de cosas interesantes, por la mañana el encuentro literario infantil en el Centro Cultural La Parota, que toma su nombre de un majestuoso árbol que está a la entrada del recinto. Los pequeños asistentes a un taller leyeron sus textos, hicieron dinámicas y respondieron cartas que recibieron de un grupo de niños del DF (cortesía de Aída Valdepeña). Yo, por mi parte, aproveché para engrandecer a Antonio Plaza y les ofrecí algunos textos de él, y gustaron.
Luego, la felicidad continuó con una mariscada a la orilla del mar, porque en el mar, la vida siempre será más sabrosa. Cálido momento inolvidable en el que, una vez más, mi tocayo dejó su infrarealista rública.
De regreso se nos hizo un poco tarde, por andar disfrutando de las bondades marítimas, en La Parota ya habia casi 100 jóvenes prestos a seguirle al cotorreo literario (a estas alturas yo dudaba de la procedencia de estos jóvenes; hacen muchas anotaciones, muchas preguntas, sacan fotos de todo y de todos, otros se quedaron afuera; ¿algún siniestro profesor les prometió un punto en su calificación por asistir al evento y llevar información sobre el mismo? en fin, el encuentro siguió). Tocó el turno a los autores locales, quienes pusieron muy en alto la literatura que su ciudad produce.
Cantó una rusa, entregaron reconocimientos, nos sacamos fotos, cenamos, dormimos tarde, se acabó el encuentro.
Al siguiente día tuve que empacar temprano, algunos salieron desde las 6 de la mañana; el viaje sería largo y cansado; así tuve que pasar ocho horas de viaje, tres autobuses, un taxi, un viaje de paisajes maravillosos y un calor infernal que recordaré con una sonrisa, por haber sido invitado al encuentro de escritores de Lázaro Cárdenas, en la hermosa costa michoacana.
P. D. el resguardo militar en el que este Estado se encuentra no fue impedimento para hacer florecer la palabra y pasárnosla de poca madre.

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