La gente está en la calle.
Unos andando, otros sentados.
La usual tranquilidad
que se siente
de éste lado del mundo.
Autos moviéndose,
como nubes antes del aguacero
arrastradas
por un viento
pesado.
Cansado.
Flojo.
En esta tierra acalorada
son las cuatro de la tarde
con veintinueve minutos.
Hay una misa de algún difunto;
en otro lugar
tal vez también.
Es el otoño recién nacido.
El entierro del verano.
Los últimos calores.
Las hojas
ya casi se caen.
Se va el cortejo.
Sepelio.
Larga fila.
Todos vamos al panteón.
1 comentario:
Vamos pues, hombre, ya qué. ¿Un cigarro?
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