jueves, 18 de septiembre de 2008

7:19 am 19 de Septiembre de 1985, el despertar entre las ruinas

LABORES DEL RESCATE EN EL CENTRO MEDICO
¿Hay alguien ahí? Si me escucha pegue 3 veces
(La Jornada, 29 de septiembre de 1985)
JUAN BALBOA * EL GRITO DESESPERADO de los trabajadores de las brigadas hizo enmudecer las grúas, compresoras y taladros de aire:
-¡Siiilencio! ¡Siiilencio!
Una voz débil, que surgió del fondo de los escombros de lo que fue el área de Ginecoobstetricia del Centro Médico Nacional, movilizó, en escasos minutos, a las brigadas voluntarias de Pemex y de la UNAM.
Puso a funcionar los aparatos rastreadores de los ingleses, hizo rugir al equipo de ultrasonido de los norteamericanos y provocó que los aparatos de los israelíes escupieran rayos láser sobre las losas.
Toda la atención se volcó en un pequeño orificio. La voz apenas audible cambió la rutina, a veces monótona, de los trabajos de rescate que se realizan en el Centro Médico Nacional.
Una operación agotadora que continúa. Una búsqueda afanosa de los cuerpos con vida de una mujer y un niño que se encuentran, según informaron las brigadas, en los elevadores del edificio.
El silencio se hizo a las 13:30. Los cinco socorristas ingleses, especialistas en rescate, corrieron al lugar que en forma insistente señalaban los trabajadores. El aparato de rastreo inició el trabajo. Cinco minutos después los ingleses pidieron ayuda a las brigadas de Estados Unidos e Israel.
Aproximadamente cien trabajadores de Petróleos Mexicanos y estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México continuaron los trabajos.
Hora y media había transcurrido. Las grúas lograron despejar la zona. Las brigadas norteamericanas e israelíes se encontraban listas. Se escuchó por segunda ocasión el grito:
-¡Siiilencio! ¡Siiilencio!...
Uno de los ingleses intentó, por primera vez, establecer comunicación. Repitió varias veces cinco golpes en un metal: clanc, clanc, clanc, clanc, clanc. No hubo respuesta. Ocho veces intentó obtener una respuesta del fondo de los escombros. Después con gritos:
-¿Hay alguien ahí? ¡Haz ruido. Si me escuchas pega tres veces!
En medio del silencio se volvió a escuchar la voz aguda del trabajador de Pemex.
-¿Hay alguien que se mueva? ¡Contesten por favor...!
Sólo diez minutos pudo contener sus gritos el coordinador de los socorristas ingleses. Los nervios lo vencieron:
-¡Hello! ¡Hello!
El tiempo devoró una hora. La respuesta no llegó.
Entrada la noche la operación continuaba. Los norteamericanos buscaban insistentes con su equipo de ultrasonido y fibra óptica. La brigada de Israel ayudaba con sus rayos láser y sus colchones neumáticos. La espera se hacía eterna. Los nervios destrozaban.

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