jueves, 7 de agosto de 2008

Le pasó al primo de un amigo...

Esto le pasó al primo de un amigo y como me la dijo se las platico:
Uno puede acostumbrarse a vivir en condiciones pésimas, a comer poco, a dormir menos, a singulares compañeros de trabajo; uno se puede acostumbrar a muchas cosas en la vida, pero yo no puedo acostumbrarme (por más que lo intento) a una frase compuesta por cuatro palabras, una frase que encierra un total desprecio por los sentimientos ajenos, que rompe corazones y a veces madres, dicen que algunos hasta han buscado el suicidio al escuchar la dichosa frase, cuatro palabras, diecisiete letras: "te quiero como amigo"; y vaya que la he oído muchas veces a lo largo de mi infructuosa vida sentimental.
Pues una vez mas este mal se manifestó, se atravesó como gato negro a mitad de la calle, se apareció como el indeseable al que nadie invitó a la fiesta. Ella, poco sutil y menos diplomática, aún después de haber aceptado y aprobado al galán, después aún de haber dicho "si" a la obligada pregunta ¿te gustaría ser mi novia? (nótese que el galán no obliga, propone la pregusta como algo así como "una sugerencia"); pues bien, ya había dicho que sí, ya sabía a lo que iba y a la mera hora... "es que tu me caes muy bien", y sin avisar, solto la frase aquella: "te quiero como amigo".
Nuestro galán a estas alturas ya había soportado el rigor del ritual: había sido picado incontables veces por los zancudos que rondaban por ahí (en esta cita y las anteriores), corriendo el riesgo de morir de dengue (que por moda o por curiosas razones de salubridad, es lo que en estos días transmiten los zancudos); había pasado la prueba del gordo hermano menor y sus olores extraños, de las miradas inquisidoras de los conservadores padres, de las sobrinitas escandalosas, de una incómoda espera en la puerta de la casa; bajo la mirada de vecinas metiches y sin quehacer (o con quehacer, pero con pocas ganas de hacerlo).
Y como dijo la canción: "todo se derrumbó dentro de mi" (la antigua tradición musical encierra verdaderos portentos poéticos que en ocasiones como esta se aplican muy bien, osea "es la neta"). No me quedó mas que agradecer el tiempo prestado (lástima que sólo fue el tiempo...) y retirarme con la poca dignidad que en mi corazón quedaba; y aunque esa maldita frase me remitió a los últimas 50 mujeres que respondieron con las mismas cuatro palabras, tomé fuerzas de quiensabedonde y me retiré del lugar. Ella, como para disculparse, después de yo (o sea, el primo de un amigo, no yo) haber atravesado la puerta de barrotitos, dijo: "espero no haberte quitado tu tiempo". Se me revolvió el estómago y el corazón, quise gritar, correr, tomarla de los cabellos, morir atropellado, vomitar, morderla, matar a sus padres... pero tuve la serenidad para , en lugar de eso, decirle: "no te preocupes, de todos modos no tenía otra cosa mejor que hacer" hasta hoy (un d´´ia después del evento) no sé lo que le quise dar a entender... en fin; eso le pasó al primo de un amigo y como me la dijo se las platico, por cierto, me pidió que al final incluyera el exelente poema de Antonio Pláza "a una ex bella", con una muy especial dedicatoria para una muchachita que ronda los 18 años y que no sabe de lo que se ha perdido.

A UNA EX BELLA
¿Eres tú?...
¿Eres tú el hada hermosa
a quien rendí mi corazón ingente?
¿Eres aquella peregrina diosa
que despreció mi culto reverente?
¡Vade retro!, ¡infeliz!... vieja asquerosa,
negro cadáver de ilusión ardiente,
poema de un amor santo, divino,
forrado en indecente pergamino.
¡Oh, cuánto, cuánto padecer me hiciste.
De mi llanto de fuego te reíste,
de mi fe candorosa te burlaste.
Todo al fin acabó... tú lo quisiste,
que en la senda del vicio te arrojaste,
y has encontrado en esa cloaca impura
una vejez infame y prematura.
Tu boca, ayer fragante como rosa,
se ha convertido en cueva tenebrosa
depósito de perlas incesantes,
donde bailan un par de flojos dientes;
y tu crencha tan fina, tan sedosa,
es ya mechón de canas indecentes;
¿y así te amaba yo?... ¡terrible chasco!
si lo que inspiras tú es solo... asco.
Pobre mujer, en tu vejez temida,
en la horrible vejez, que da coraje,
eres muerta ilusión, fruta podrida,
árbol seco, cenizo, sin ramaje;
mariposa en gusano convertida;
pavo real desnudo de plumaje:
y qué ¿tu porvenir no te acobarda?...
vete ¡por Dios!... el hospital te aguarda.
Como el viento, fugaz es la hermosura;
es el lujo fantástica quimera:
las flores se convierten en basura,
los trajes van a dar a la hilachera,
y la epidermis de sin par blancura
es el forro de horrible calavera,
y los ojos brillantes, primorosos,
se vuelven agujeros asquerosos.

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