martes, 22 de abril de 2008

la hora

La hora

I
A la hora más silenciosa me asomé a la vida.
Me enjuagué los ojos con polvo de luna,
llené de evocaciones los intestinos,
me unté las manos de penumbra
y salí a buscar quién envolviera mi cuerpo.


II
Un coro de cuervos me guió hasta aquí,
a la hipnótica puerta de la confusión.
Caí más abajo, en el útero ralo de la palabra.
Me cobijé entre las letras.

III
En el denso plumaje de una tonada nocturna,
me rodean cantos muertos y ladridos de perros.
Tropiezo siempre con la lobreguez.
Llegué con la voz en la mano
para azotar mi grito contra las ruinas de la vida.


IV
La historia dejó su testamento:
para éste,
que de noche remienda su vida con llanto;
le doy la palabra y el papel.
Tomé lo que me correspondía
y me asomé a la vida
a la hora más silenciosa.

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